El grito al cielo de Garín tras vencer en cinco vibrantes sets a Mackenzie McDonald, no sólo sirvió para clasificar a tercera ronda de Roland Garros, sino también para disfrutar de uno de los golpes de confianza más importantes en la carrera de Gago. En un partido de película, el ariqueño supo imponerse con autoridad luego de estar dos sets abajo ante el estadounidense y rememoró las viejas epopeyas de Fernando González y Nicolás Massú.
El llamado al optimismo no se explica sólo desde lo emocional: en lo tenístico, la versión 2021 de Garín ha demostrado ser un jugador mucho más versátil en su juego. Con una notable confianza para bajarle el ritmo a los partidos mediante drop shots y bolas cortas, solidez en su revés paralelo y mayor consistencia en su volea. Y si bien el saque sigue estando lejos de ser su punto fuerte, ayer se lo vio bastante bien en dicho aspecto.
Las comparaciones son odiosas dicen algunos, pero muchas veces sirven como fuentes de inspiración en los grandes deportistas. “El recuerdo de mis ídolos fue alcanzar las estrellas que creía intocables, como Boris Becker y Pete Sampras durante mi infancia”, diría un tal Roger Federer hace un par de años atrás. Y es que más allá del imborrable recuerdo que los dos históricos tenistas nacionales dejaron en el deporte chileno, hoy Christian Garín nos invita a creer en su juego, a volver a creer que nada es imposible.
Tampoco se trata de candidatear al chileno a una consagración inédita en la arcilla parisina. Hay que ser realistas, pues es utópico hablar de candidatos cuando la máxima leyenda sobre polvo de ladrillo sigue jugando a este deporte. Pero sí podemos soñar -por qué no- con seguir presenciando actuaciones como la de ayer. De seguir vibrando con las hazañas de un Vampiro y un Bombardero, hoy reconvertidas en un Christián Garín decidido a seguir llenando de orgullo el tenis chileno.